27 julio 2013

Natillas con polvo de naranja

Este año me han vuelto a pillar con el clásico timo de bueno-si-julio-es-un-mes-tranquilito-en-la-oficina. No sé cómo lo hago pero no escarmiento. Cada año me pasa igual y me cojo las vacaciones la segunda quincena de agosto. Y aquí estoy, renegando una vez más. Porque los mucho más ágiles de mente que yo se han ido en julio, sigue habiendo mucho trabajo, y los que nos quedamos lo tenemos que sufrir. En cambio en agosto, cuando yo me vaya, ya no habrá timo, y los que vuelven lo harán tranquilamente. Y cuando yo vuelva en septiembre me van a caer por todas partes, sin tregua.
Y claro, el timo se propaga en cascada de tal suerte que a mi hija yo le explico con la mejor cara de entusiasmo que soy capaz de fingir (Stanislavski dónde estás!?) lo bien que se pasa en el campamento urbano de verano en el que la coloco todos los meses de julio. Ella, como una marciana de 5 años que no comprende por qué los terrícolas adultos falseamos la realidad, me contesta que no, que no se pasa bien, que está harta de hacer manualidades, que no le gusta el tenis y que ella lo que quiere es ir a la pisci con mamá y con su hermana. Y a la playa. Bueno, hay una cosa que sí le gusta y es que los profes le dan de beber en un botijo y se tira el agua por encima (ohmygod)
La marciana pequeña de 2 años podría parecer una víctima más fácil del timo, pero tampoco cuela con ella y cada mañana me dice con su lengua de trapo que mami al trabajo no, que a la playa. Y yo le digo de nuevo con el único registro teatral que manejo, que claro que sí, que vamos a ir a coger cangrejos y a hacer castillos! Y me dice que vale, pero que YA.
Así que la culpabilidad me invade como nos pasa a todas las madres. Esa culpabilidad que se instala en tu vida el día del parto, junto con el bebé. Culpabilidad por no pasar suficiente tiempo con ellas, por pasar demasiado tiempo con la pequeña y no con la mayor, por viceversa, por no estar al 100% en el trabajo, por estar más pendiente del trabajo que de ellas, por haberme olvidado un día de meterle en la mochila el sandwich de media mañana, por haberle puesto la camiseta al revés, porque le he dado un yogur de  merendar porque estaba hecha polvo y no le he preparado nada....
Y esa culpabilidad me hace recordar que ellas no deben pagar el pato de tener una madre víctima fácil del timo de bueno-si-julio-es-un-mes-tranquilito-en-la-oficina y trato de arreglarlo preparándoles cositas caseras que sé que les gustan en un intento de distraerlas mientras llegan nuestras ansiadas vacaciones, nuestros pescaditos, nuestras gambas, nuestros desayunos al aire libre y comidas en la playa.

Estas natillas son las clásicas natillas caseras, las de toda la vida. A mí me gusta dejarlas poquito espesas porque me parece que sirven para comer solas o para acompañar a modo de salsita otros postres (el brownie especiado por ejemplo, o un bizcocho) porque combinan muy bien. No suelo ponerles galleta, no me gusta que al poco tiempo pierda la textura crujiente por la humedad de las natillas, así que suelo buscar alternativas de topping. La canela es siempre una buena opción, pero en esta ocasión las he espolvoreado con  de naranja y el resultado ha sido muy bueno. La piel de naranja es muy aromática, y así seca y desmenuzada libera mucho aroma y sabor. Probadlo.

Ingredientes
  • 6 yemas de huevo
  • 600 grs de leche
  • una cucharadita de esencia de vainilla
  • 90-100 grs de azúcar (depende de lo dulces que te gusten)
  • 15 grs de maizena
  • piel de dos naranjas
Preparación
El polvo de naranja
  1. Poner la piel de las naranja (toda menos un trozo que utilizaremos para las natillas) en un plato en el microondas y calentar a 600W de potencia de 30 en 30 segundos para que no se queme.
  2. Cuando veamos que se queda arrugadilla y un poco seca, la sacamos y la dejamos secar completamente al aire. Se endurecerá.
  3. La podemos machacar con un mortero o metiéndola en una bolsa y golpeando con el rodillo o la podemos pulverizar en un robot de cocina.
Las natillas
  1.  Yo las hago en la tmx que para este tipo de preparaciones es una gran aliada. Se ponen en el vaso las yemas, la leche, el azúcar, la vainilla, la maizena y un trozo de la piel de naranja. Mezclamos 10 segundos a vel. 5
  2.  Ponemos la mariposa y programamos 8 minutos a 90º y velocidad 2.
  3.  Servir en cuencos individuales y espolvorear con el polvo de naranja
 Si las haces de modo tradicional es igual de fácil pero tienes que remover tú. Simplemente pones a calentar la leche con la vainilla y la naranja y justo antes de que rompa a hervir la retiras y tapas para que infusione y se entibie. Mientras, bates en un bol las yemas con el azúcar y la maizena hasta que quede sin grumos. Añades poco a poco la leche y bates enérgicamente la mezcla de nuevo para evitar grumos y para que no se corte. Vuelves a poner toda la mezcla en el cazo en el que habías calentado la leche y lo llevas todo al fuego y remueves constantemente sin dejar que llegue a hervir durante unos 5 min o hasta que tome la consistencia que te gusta. A partir de ahí como en el paso 3.
Cosas a tener en cuenta:
- puedes pelar varias naranjas y hacer más cantidad de polvo de naranja que puedes guardar en una bolsa de conservar alimentos en la nevera. Luego te haces un buen zumo con las naranjas.
- si te gustan más espesas puedes aumentar la cantidad de maizena, admite hasta 20-30 grs perfectamente.
- si no sabes qué hacer con las claras sobrantes, puedes utilizar 3 huevos enteros en lugar de las 6 yemas que pongo en la receta. Salen muy buenas también y yo las hago así muchas veces aunque la textura no es tan fina.

        Aspecto que presenta un oficinista tras descubrir que ha sido víctima del timo "bueno-si-julio-es-un-mes-tranquilito-en-la-oficina"

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