Piruletas de grana padano y orégano

Me declaro detractora furibunda de la leche. No la soporto. No la puedo ni oler. La leche en vaso de leche, de la que deja los bigotes. Puede que los 19.710 colacaos que me tomé hasta los dieciocho años a una media de 3 al día (esto sin contar los yogures naturales que puede que sumen alrededor de otras 2.800 raciones lácteas más) hayan tenido algo que ver. Y desde que tuve una hija alérgica a la leche me hize fundamentalista anti-leche de vaca. Reconocédmelo lechefílicos míos, no hay ninguna especie animal en la naturaleza que se alimente de leche en la edad adulta, y mucho menos de leche de otra especie animal distinta a la suya! Y lo que no se da en la naturaleza, a mí me hace desconfiar... como el color de la mortadela: ese rosa no existe en el arco iris. Ni de coña. Y mira que la mortadela está rica, pero yo me la como con reparo.
En fin, tras este ataque láctico voy a liberar al otro polo de este ser bipolar que soy a veces, porque como dijo mi, como ya sabéis admirada Lady Violet Crawley I am a woman and I can be as contrary as I choose así que os diré que el queso me encanta. Creo que me adoptaron y en realidad soy hija de Pixie o de Dixie. El caso es que yo me explico esta contradicción porque para mí la clave está en que yo soy capaz de tomar alimentos elaborados con leche siempre y cuando cualquier parecido con el olor o sabor de la leche sea inexistente. Porque vamos a ver, en qué recuerda un Stilton bien picantito al olor de la leche? O un buen manchego puro de oveja muy curado? O una torta del Casar? Un gruyere, un pecorino romano, un munster? En nada. Eso sí, como me pongas delante un requesón o un queso tierno, arcada. Y con los dulces igual, es que un buen bizcocho de limón os sabe a leche? A mí no.
Así que no esperéis encontrar aquí elaboraciones muy lechosas, que para leches ya están las que me doy yo de vez en cuando (tendríais que ver mi rodilla morada de la leche que me di al bajar del coche hace una semana. Mis vecinas apuestan porque el conserje ha subido la grabación de las cámaras de vigilancia a youtube).
En cambio, cositas con queso espero traer muchas. La de hoy es un aperitivo muy fácil, muy sabroso y muy rápido de preparar. Perfecto para poner de picoteo y que además queda muy vistoso.

Ingredientes

• Queso en polvo del que te guste, el mío era grana padano pero valdría parmesano, o el típico queso en polvo para pasta.
• Orégano o cualquier otra hierba o especia que te apetezca.

Preparación

1. Precalienta el horno a 210º.
2. Pon un papel sulfurizado en una bandeja de horno.
3. Alinea unos palos de brocheta o palillos si quieres las piruletas más pequeñas.
4. Deposita una cucharada de queso encima de la punta de cada brocheta y aplasta ligeramente para que se compacte un poco y quede como un disco.
5. Espolvorea las hierbas elegidas.
6. Hornea 5 minutos. Como cada horno tiene sus manías, puedes vigilarlo. En el mío han sido 5 min exactos pero puedes controlar cómo de tostadito lo quieres. Empezarán tostándose los bordes.
7. Retira del horno y deja enfriar un par de minutos en la bandeja.
8. Intenta desplazar las piruletas y verás que se despegan fácilmente porque la grasita del queso hace que no se queden pegadas al papel.

Cosas a tener en cuenta:
- es una pena y un despilfarro energético encender el horno sólo para cinco minutos así que planificad otras cosas que queráis hornear para aprovechar el calor del horno. Yo he hecho unos muffin.
- admiten muchas variantes. Desde todas las hierbas aromáticas que os imaginéis, hasta espovorelarlas antes de hornear con un poco de pimentón, o una mezcla de especias para curry... podéis hacer una de cada incluso.

La gran sorpresa ha sido que ha habido quien ha considerado estas piruletas una alternativa de merienda de lo más interesante.

Espero que os gusten.

Mi pesadilla recurrente de la peli Carrie (Stephen King) en la que me echan cubos de leche por la cabeza