Bundt cake de aceite de oliva y limón

Ritos, manías, supersticiones. Son esas rutinas que nos hacen sentir más seguros. Yo no tengo. Mis hijas y mi marido sí. Y el resultado es que ellos ponen en práctica sus trastornos obsesivos para estar más tranquilos bajo mi atenta mirada y la de la vena de mi frente que se hincha sin remedio. Menos mal que no saben atarse los cordones (ninguno de los tres, porque si veis cómo hace las lazadas mi marido os preguntáis cómo sigue teniendo dientes porque siempre lleva los cordones desatados) porque si supieran, seguro que tendrían que empezar atándose el pie izquierdo, luego el derecho, luego desatándolos los dos, luego dando un salto y tres palmadas y finalmente volviendo a atárselos, esta vez empezando por el derecho. Mientras mi vena y yo miramos.

A la hora de irse a la cama mi hija de 6 años tiene que colocar los cojines perfectamente alineados en un orden determinado. Mientras mi vena y yo miramos.
Los muñecos que duermen en su cama también se sitúan siguiendo un orden: Cosi  el perrito, junto a la pared, Pequeño Tío  el osito blanco, al lado de Cosi,  Carmela  la muñeca de trapo, encima de los dos anteriores, Teddy  el osito marrón, encima de Carmela, el Furby  a su otro lado, mi vena y yo, mirando aún. 
Finalmente tiene que cambiar unas pegatinas de Monster  High  que tiene en la puerta de su cuarto y que siguen un código extraño que sólo ella y Champollion conocen, según el cual las monster  representan lo que ella está haciendo en cada momento. Así, si es la hora de dormir las pone de una manera, si se va al cole las deja colocadas de otra manera, si está jugando de otra. Y no hay pegatina que nos represente a mi vena con vida propia y a mí, pero seguimos ahí, hinchándonos.
La pequeña tiene menos manías, lo reconozco, pero son especialmente dolorosas porque las pone en práctica cuando ya creías que eras libre. Cuando le cierras la puerta y le das las buenas noches y ya crees que tu vida te pertenece y la vena se empieza a deshinchar. Entonces, en el momento en que mi culo toca el sofá me llama para que saque de su cuarto un muñeco que no quiere tener dentro de la habitación. Y el efecto rebote de la vena ya empieza a ser peligroso.
Otro clásico suyo es esperar a que acabes de meterla en la bañera para decirte que quiere hacer pis o caca.
¿Y por qué no le sacas los muñecos de la habitación antes o la pones a hacer pis antes de meterla en la bañera? me preguntaréis. Porque el rito incluye decirme que no a todo lo anterior cuando intento anticiparme para que mi vena haga ejercicio.
Entre las de mi marido se incluye llegar a casa, abrirse una cerveza y dejarla abierta en la cocina mientras estoy dándoles la cena a las niñas con lo que acabo bebiéndomela yo. Pero mi favorita sin duda es salir de casa cuando ya estamos las tres en el ascensor, las niñas dentro y yo en el quicio sujetando la puerta que no para de darme golpetazos en la cadera intentando cerrarse. Y él, en vez de correr al ascensor para evitar que mi cadera sufra daños que sin duda traerán consecuencias cuando cumpla 70 años, tiene que pararse a encender la luz del descansillo. Luz que estaba encendida porque la encendí yo antes. Pero es su rito. Él tiene que tocar el interruptor. Tac. Lo toca y entra en el ascensor. Y si tiene medio pie metido en el ascensor y no ha tocado el interruptor, sale y lo toca. Tac. Y  mi vena, TAC.

 Así que necesito tener mi propio rito. Por favor, sugeridme ritos que pueda poner en práctica.
Hoy he leído uno que puede venirnos genial a mi vena y a mí  y es beberse un dedito de whisky todas las noches. Lo pienso hacer. Starting today. Ya os contaré, porque tengo mucha fe en esta nueva vida mía con rito.
¿Y si me pongo como rito hacerme una bizcocho de éstos todos los días? A mi vena no le sentaría mal porque el aceite de oliva virgen extra que lleva es buenísimo para el colesterol. Y el aroma del limón combina muy muy bien con el del aceite. Es un bizcocho compacto pero jugosísimo.
Mejor lo dejo en un rito de sólo una vez por semana… ¿Se considera manía si no lo haces todos los días? Yo os dejo la receta, por si andáis huérfanos de ritos como yo.

Ingredientes

• 200 grs de harina
• media cucharadita de sal
• dos cucharaditas de levadura química (Royal)
• 150 grs de azúcar
•  rayadura de un limón grande o dos pequeños
• 3 huevos grandes
• 70 grs de leche
• 150 grs de aceite de oliva virgen extra

Glaseado (opcional)

• 220 grs de azúcar glas
• zumo de un limón
• 3 cucharadas de leche
• 2 gotitas de esencia de limón (si no tienes no pasa nada)
• más ralladura de limón

Preparación

1. Precalienta el horno a 180 grados y engrasa un molde. Puedes usar el molde de la forma que quieras. Si usas uno que no sea de bund cake como yo, puedes forrarlo con papel de horno para facilitar el desmoldado.
2. En un bol mezcla la harina con la sal y la levadura y reserva.
3. En otro bol bate los huevos con el azúcar y la ralladura de limón hasta que la mezcla blanquee y esté espumosa.
4. Añade la leche y remueve ligeramente hasta que se mezcle bien.
5. Sin parar de batir suavemente ir añadiendo en forma de chorrito el aceite para que se vaya incorporando a la masa.
6. Añade la harina e intégrala con una espátula con movimientos envolventes sin “sobrebatir” la mezcla, sólo hasta que la harina se integre.
7. Verter la masa en el molde y hornear unos 30-35 min o hasta que al pinchar con una brocheta el el centro salga limpia.
8. Dejar enfriar sobre una rejilla.
9. Cuando se haya enfriado del todo puedes añadir el glaseado de azúcar. Sólo hay que mezclar el azúcar con el zumo de limón y la leche hasta tener una mezcla bastante espesa pero que se pueda verter por encima del bizcocho.
10. Coloca el bizcocho en una rejilla con papel debajo y vierte el glaseado. Añade un poco de ralladura de limón más para darle color. Déjalo secar para que se ponga durito.

En vista de que Rafa Nadal también tiene manías.... Igual no es algo tan malo