¿Recordáis qué es lo que más miedo os daba de pequeños? A mí
Drácula. No los vampiros en general sino el Conde Drácula. Esto se agravaba porque los vecinos tenían un reloj que marcaba las horas a un volumen tal que te daban ganas de tomarte doce uvas si te pillaba despierto. Cosa que a mí no me ocurría con frecuencia porque mi objetivo al irme a la cama era estar dormida antes de medianoche para no morirme de miedo. Oír las campanadas y empezar a imaginarme abriéndose la tapa del ataúd y a Drácula saliendo a buscarme era todo uno. Y ya no había quien se durmiera porque había que estar alerta... Ahora lo pienso y no tenía ningún sentido: por un lado, si estaba dormida me sentía a salvo, porque como todo el mundo sabe, la sangre de los dormidos no le gusta a Drácula (¿?), pero si estaba despierta, ya mejor no dormirse, porque estar despierta era la forma de que no me pillara por el pescuezo. El miedo es libre, y tonto por lo que se ve.